Seis pasos simples a seguir para la resolución saludable de conflictos

por Artículos, Resolución de Conflictos

Puede que tus discrepancias no lleguen a los puños ni a lanzamiento de objetos, pero los conflictos de manera regular tienen un efecto negativo en nuestros niveles de estrés, salud y calidad de vida.

El “Día Internacional de la No Violencia”, que se celebra coincidiendo con el aniversario de nacimiento de Gandhi en Octubre, ha sido la inspiración para el artículo de hoy. Su ejemplo de tener medidas pacíficas para resolver conflictos se ha adaptado a la vida moderna de muchas maneras: El más conocido es la comunicación no violenta (CNV) – que se practica en colegios, comunidades educativas y en campañas benéficas. Pero, ¿sabías que esta postura tranquila y compasiva se puede aplicar a tus relaciones, así como en tu trabajo y en casa?

Si necesitas alguna guía clara sobre cómo resolver conflictos, ten en cuenta nuestra adaptación directa a la comunicación compasiva (otra manera de llamar a la CNV). Afortunadamente, estas habilidades se pueden aprender y practicar siguiendo estos pasos básicos:

¿Puedes identificar las emociones y necesidades que hay detrás de las palabras? ¿Está el otro triste, enfadado o resentido? ¿Sabes cuáles son sus intenciones? ¿Entiendes cómo se sienten?

1. Explora tus intenciones primero

Es un paso importante para empezar a resolver algún problema con alguien – tanto si se trata de tu pareja o de tu jefe. Pregúntate a ti mismo, ¿cuál es mi intención real? ¿Qué es lo que quiero que pase? ¿Qué resultado estoy buscando? Una vez que tengas claro sobre tus motivos y por qué quieres un resultado determinado, entonces podrás decidir si quieres continuar con esa intención o cambiarlo. Tal vez te darás cuenta, por ejemplo, que hacer que un miembro de tu familia se sienta culpable por haber dejado el baño sucio no es realmente lo que querías. Es posible que quieras que ellos asuman su responsabilidad y hagan su parte de tareas domésticas y te des cuenta que ese es el verdadero problema a tratar.

2. Escucha a la otra persona

Haz todo lo posible para darles espacio para que expresen su punto de vista y escuchar lo que tienen que decir, aunque ellos puedan estar criticando o quejándose. Esto puede no ser fácil, sobre todo cuando alguien está enfadado o te está gritando. Sin embargo, si puedes concentrarte e intentar no interrumpirle, serás capaz de identificar los sentimientos y necesidades que está intentando expresar. Esto también puede ayudarte a suavizar la situación si reconoces que estabas prestando atención en lo que ellos estaban diciendo. Esto muestra que valoras y das importancia a su opinión (aunque no estés de acuerdo).

3. Empatiza

Esto nos llega al escuchar. ¿Puedes identificar las emociones y necesidades que hay detrás de las palabras? ¿Está el otro triste, enfadado o resentido? ¿Sabes cuáles son sus intenciones? ¿Entiendes cómo se sienten? El hecho de que los entiendas, no significa necesariamente que tengas que estar de acuerdo con ellos o que haya un punto de vista erróneo o correcto. Limítate a ver las cosas desde tu lado. Puedes reflexionar sobre lo que han dicho para comprobar si has entendido y tal vez hacer algunas preguntas. Por ejemplo: “Entonces, cuando lo viste…… tu sentías…………?”

4. Expresa tus necesidades y sentimientos honestamente

Una vez que hayas empatizado con ellos y sabiendo lo que ellos quieren, es tu turno. Si expresas tus sentimientos y tus necesidades después de ellos, esto puede ser menos amenaza para alguien.
Con esto en mente, es importante usar “Yo” de manera que no parezca que estás atacando al otro.
En vez de decir: “Tú haces que me enfade cuando ignoras mis preguntas en las reuniones de equipo”, intenta algo como, “Me siento frustrado cuando no respondes a mis preguntas durante las reuniones de equipo. Así que, creo que tú no valoras mi opinión o contribución”.
De esta manea, explicas cómo te sientes y cómo te hace sentir el comportamiento de otros.

5. Llega a una resolución pacífica

Esto implica tener en cuenta las necesidades de ambas partes y las peticiones que vienen de ellos. Recuerda que una petición no es una exigencia y puede que tengas que hacer un compromiso. Por ejemplo: “Tienes que….” es una exigencia, así que trata de encontrar una petición suave “Me gustaría que pudieras….” Sin embargo, es importante recordar que no tienes que estar de acuerdo en hacer algo solo para complacer al otro. Esto dará lugar a un resentimiento más tarde, así que es mejor ser honestos y decir lo que estás dispuesto a hacer y lo que no.

6. Acordar un plan de acción

En este último paso hay que decidir juntos sobre las medidas prácticas necesarias para poner los acuerdos en acciones, p.e. “Yo llegaré a casa temprano del trabajo cada miércoles por la tarde para cuidar a los niños y así tu puedes ir a clases de Pilates”. Esto puede significar que tengas que tomar medidas para reorganizar tu carga de trabajo o tengas que hablarlo con el jefe. Planea cómo y cuándo lo vas hacer. Y lo mismo para la otra persona con la que se ha acordado la petición.

 

¡Ahora te toca a ti! Nos gustaría escuchar tu opinión sobre este artículo. ¿Te parecen útiles estos consejos? ¿Te podrían ayudar cuando te encuentres en una situación de desafío? ¿Qué tal tus experiencias? Si tienes algún comentario o algo que te gustaría compartir con nosotros, por favor escríbenos a info@wordpress-1201197-4244435.cloudwaysapps.com

MAIKE STOLTE

MAIKE STOLTE

Coach Ejecutivo. Consultora. Formadora. Facilitadora.

Categorias

Contacto

¡Estemos en contacto!

11 + 8 =

Share This